Agres es un pueblecito de la comarca de El Comptat situado en un enclave privilegiado, la Serra de Mariola, delicia de botánicos por su variedad vegetal y sus hierbas aromáticas. Tiene unos 650 habitantes y una altitud de entre los 700 y los 800 metros.
Llegamos a un viernes por la tarde, observamos el atardecer desde el mismo casco urbano y cenamos a base de tapas y cañas recorriendo todos los bares del pueblo. Los tres. Especial mención merece la sangre encebollada del bar Pascual (Pl. Espanya, 9) y su ambiente de bar de pueblo de toda la vida: sin música, con mucha iluminación, taberneros y parroquianos de cierta edad, azulejos de los 60, vinos de la casa peleones pero correctos y baratos… ¡Un gustazo!
Nos hospedamos en la pensión Mariola, y tuvimos suerte, porque la pensión estaba llena y pudimos dormir en un estudio a precio de habitación. El desayuno está incluido y fue abundante: zumo de naranja, café, pan, bollería…
Con las pilas a tope, avanzamos hacia el Convento, erigido en 1577, visitamos lo poco que queda de las ruinas del castillo musulmán sobre el que se construyó el Santuario y seguimos la ruta marcada para visitar los neveros o pous de neu.
Nos desviamos un poco para visitar la cava de l’Habitació, pasamos por el refugio Santiago Reig de CEA Alcoi, continuamos la ruta sin desviarnos hacia la Cava del Teix para llegar a la cava o pou de neu mejor conservado, la Cava Gran o Cava Arquejada.
No fue una ruta muy ambiciosa, la verdad… Si te sabe a poco, aquí encontrarás información sobre la ruta circular por les caves de Mariola.
Comimos en el Restaurant Pensió Mariola, en el mismo salón en el que habíamos desayunado, aunque ahora estaba abarrotado, y eso que tiene capacidad para 170 comensales.
Después de unos entrantes entre los que no faltó la típica pericana, disfrutamos de las no menos típicas bajoques farcides. Estaban para quitar el sentido. Porque me encanta y porque estábamos en el Comptat, regamos la comida con una botella de Peña Cadiella. De postre tomamos nueces rotas con miel de romero, que acompañan con mistela (dejan la botella en la mesa).
Para bajar la comilona paseamos por los alrededores del pueblo. Fuimos al lavadero tradicional y salimos un poco de los caminos más cómodos para disfrutar de los almendros, que estaban en flor y nos brindaron estampas preciosas, y de otras agradables sorpresas.