Calpe es un municipio de la Marina Alta con playas y calas maravillosas, pinos verdes y el imponente Peñón de Ifach, un macizo rocoso de 332 metros de altura y unos 50.000 metros cuadrados de extensión que se erige sobre el mar y alberga a sus lados dos calas preciosas: la Cala del Penyal, en la cara norte, y la Cala del Racó, en la cara sur. Aquí tienes un plano para que puedas situarlo todo.
Además, Calp tiene un vasto término municipal en el que se suceden aberraciones urbanísticas como urbanizaciones de chalés en la misma orilla del mar o en lo alto del monte -de esos que hacen que te preguntes cómo se habrán podido subir los materiales necesarios para su construcción-. La población extranjera es abundante, más incluso que en el resto de pueblos de las Marinas, y eso se nota en su oferta gastronómica, que es variada. De hecho, nosotros comimos auténtica comida belga.
La Cala del Racó o Raconada del Port, de blanquísimos cantos rodados, tiene una extensión de unos 150 metros y una anchura media de 20 metros. El dique norte del puerto la cierra en su extremo sur, y desde el extremo norte arranca el Paseo ecológico Príncipe de Asturias, con una longitud de casi un kilómetro.
El Paseo ecológico Príncipe de Asturias discurre por la base sur del Penyal d’Ifach, va rodeándolo y nos permite contemplarlo desde distintas perspectivas. Las vistas al mar azulísimo, con roca natural en la orilla y Benidorm al fondo, son espectaculares. También podemos sentarnos a observar la grandísima población de gaviotas y otras aves marinas que alberga (para esto recomiendo que lleves unos prismáticos y seas especialmente prudente en primavera, que es época de cría).
El propio Peñón adentrándose en el mar marca el fin del Paseo ecológico Príncipe de Asturias. Al otro lado está la Cala del Penyal, de unos 50 metros de largo y sólo 5 de ancho. Es rocosa, ideal para practicar snorkel, y como se accede por una senda peatonal, no suele haber mucha gente (¡No me la pierdo en verano!).
Volvamos a la Cala del Racó. En su extremo sur (a la izquierda si nos colocamos en la cala mirando al mar), se encuentran el club náutico y la Lonja del Pescado. Por los alrededores de la Lonja hay muchos sitios baratos donde comer arroces y mariscos, así como unos cinco o seis puestos que intentan ser los clásicos hippies, pero no venden artesanía sino souvenirs y otros elementos típicos de puestos de feria.
Para concluir nuestra excursión visitamos el paraje natural de Las Salinas, una laguna en la que descansan de su travesía aves migratorias como el flamenco, la cigüeña o el ánade real. Para esto, de nuevo, recomiendo usar prismáticos. Nosotros no llevábamos y los flamencos se veían lejanos, aunque tuvimos la suerte de ver pasar muy de cerca a una gaviota reidora que nadaba moviendo graciosamente la cola, dividida en dos.